El 5 de marzo de 1985, inauguran en el Ayuntamiento de Buitrago de Lozoya el entonces Presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, el Alcalde de Buitrago, Bernardo Barona, y con la asistencia de Eugenio Arias y su esposa, uno de los 68 museos repartidos por Europa, Asia y América, con obras de Picasso, la Colección Arias.
La Colección-Arias la componen más de sesenta obras y algunos objetos regalados y dedicados por Picasso a su barbero Eugenio Arias. Es una colección muy variada, reúne dibujos, litografías, cerámicas, carteles, libros dedicados de su obra, aguadas, un pirograbado; algunas de las piezas resaltan por su exclusividad (apenas se conocen pirograbados de Picasso) como la caja de instrumentos de peluquero, realizada con esta técnica y que representa escenas taurinas.
También están recuerdos de Jacqueline Rocque, Françoise Gilot, Jean Cocteau, David Douglas Duncan, Edouard Pignon, Hélène Parmelin o André Villers, círculo de amistades de Picasso, entre las cuales se encontraba Eugenio.
Eugenio Arias Herránz, nacido en 1909 en Buitrago de Lozoya, era peluquero desde los trece años, cuando se hizo cargo de la peluquería que su tío y preceptor en las lides de la navaja de barbero y tijeras de peluquero, falleciera.
La amistad entre Eugenio Arias y Picasso empezó en 1945 al ser presentados ambos por
Dolores Ibarruri “La Pasionaria” en un homenaje en Toulouse, de la Francia Libre a los republicanos españoles que habían luchado en el maqui francés contra la invasión nazi, aunque no se volvieron a ver hasta que Picasso dejó su estudio de París en 1947 cansado de las innumerables visitas de quienes le consideraban un héroe de la resistencia por no haber huido de la capital durante la ocupación nazi. Se trasladó a un pueblo de ceramistas de la costa azul, en el cual tres años antes Eugenio se había instalado abriendo su peluquería.Suzanne Ramié, propietaria del celebre taller de cerámica Madoura y clienta de Eugenio, al igual que Jean Cocteau o Luis Miguel Dominguín, volvió a presentarlos dando lugar a una amistad que se alargó hasta el fin de los días del pintor malagueño.
Picasso disfrutaba de la conversación con Eugenio, en palabras de éste “Picasso siempre estaba atento a los problemas de sus compatriotas y procuraba entablar conocimiento con ellos”. Ambos compartían su vida cotidiana: jugaban a las cartas, realizaban rondas en los bares, asistían a las corridas de toros, hablaban de España y Eugenio le recitaba poesía española, pero la amistad entre ambos iba más allá, Eugenio se encargaba de las relaciones humanas del artista con el mundo exterior durante los años que vivió en Vallauris.
Desde su peluquería, Eugenio recibía a las personas que llegaban con el propósito de visitar al pintor. Ahuyentaba a los curiosos y procuraba conceder entrevistas con el pintor a artistas, toreros, cantaores o españoles que trabajaban en Francia y deseaban conocer a su genial compatriota.
Picasso fue padrino y testigo de su boda con Simone Luise Francoual. Los padres de Eugenio no pudieron asistir porque las autoridades franquistas les denegaron el permiso.
En 1973 Picasso fallece en Mas Notre-Dame-de-Vie. Eugenio fue una de las pocas personas que le acompañaron hasta el final de su vida. Le amortajó con una capa española que le había regalado su padre.En 1982, cinco años después de que Eugenio al fin pudiera volver a España, decide instalar su colección en Buitrago. Mediante escritura pública fechada el 25 de octubre de 1982, Eugenio transmite su colección a favor de la extinta Diputación de Madrid a cambio de una renta vitalicia y con la condición de que sea ubicada en su pueblo natal.
En este pequeño y curioso Museo Picasso de Buitrago de Lozoya, pueblo de la sierra norte de Madrid que aún conserva en su recinto amurallado restos de la muralla árabe del siglo XI, nos muestra algo más que la obra de un genial artista, en sus vitrinas se encierran más de 25 años de amistad entre dos españoles exiliados en Francia por ideas políticas.
Cuentan que Picasso se negaba a que nadie le cortara el pelo por temor a perder su fuerza como Sansón hasta que llegó Eugenio, su barbero y amigo.
La Colección-Arias la componen más de sesenta obras y algunos objetos regalados y dedicados por Picasso a su barbero Eugenio Arias. Es una colección muy variada, reúne dibujos, litografías, cerámicas, carteles, libros dedicados de su obra, aguadas, un pirograbado; algunas de las piezas resaltan por su exclusividad (apenas se conocen pirograbados de Picasso) como la caja de instrumentos de peluquero, realizada con esta técnica y que representa escenas taurinas.
También están recuerdos de Jacqueline Rocque, Françoise Gilot, Jean Cocteau, David Douglas Duncan, Edouard Pignon, Hélène Parmelin o André Villers, círculo de amistades de Picasso, entre las cuales se encontraba Eugenio.
Eugenio Arias Herránz, nacido en 1909 en Buitrago de Lozoya, era peluquero desde los trece años, cuando se hizo cargo de la peluquería que su tío y preceptor en las lides de la navaja de barbero y tijeras de peluquero, falleciera.
La amistad entre Eugenio Arias y Picasso empezó en 1945 al ser presentados ambos por
Dolores Ibarruri “La Pasionaria” en un homenaje en Toulouse, de la Francia Libre a los republicanos españoles que habían luchado en el maqui francés contra la invasión nazi, aunque no se volvieron a ver hasta que Picasso dejó su estudio de París en 1947 cansado de las innumerables visitas de quienes le consideraban un héroe de la resistencia por no haber huido de la capital durante la ocupación nazi. Se trasladó a un pueblo de ceramistas de la costa azul, en el cual tres años antes Eugenio se había instalado abriendo su peluquería.Suzanne Ramié, propietaria del celebre taller de cerámica Madoura y clienta de Eugenio, al igual que Jean Cocteau o Luis Miguel Dominguín, volvió a presentarlos dando lugar a una amistad que se alargó hasta el fin de los días del pintor malagueño.
Picasso disfrutaba de la conversación con Eugenio, en palabras de éste “Picasso siempre estaba atento a los problemas de sus compatriotas y procuraba entablar conocimiento con ellos”. Ambos compartían su vida cotidiana: jugaban a las cartas, realizaban rondas en los bares, asistían a las corridas de toros, hablaban de España y Eugenio le recitaba poesía española, pero la amistad entre ambos iba más allá, Eugenio se encargaba de las relaciones humanas del artista con el mundo exterior durante los años que vivió en Vallauris.
Desde su peluquería, Eugenio recibía a las personas que llegaban con el propósito de visitar al pintor. Ahuyentaba a los curiosos y procuraba conceder entrevistas con el pintor a artistas, toreros, cantaores o españoles que trabajaban en Francia y deseaban conocer a su genial compatriota.
Picasso fue padrino y testigo de su boda con Simone Luise Francoual. Los padres de Eugenio no pudieron asistir porque las autoridades franquistas les denegaron el permiso.
En 1973 Picasso fallece en Mas Notre-Dame-de-Vie. Eugenio fue una de las pocas personas que le acompañaron hasta el final de su vida. Le amortajó con una capa española que le había regalado su padre.En 1982, cinco años después de que Eugenio al fin pudiera volver a España, decide instalar su colección en Buitrago. Mediante escritura pública fechada el 25 de octubre de 1982, Eugenio transmite su colección a favor de la extinta Diputación de Madrid a cambio de una renta vitalicia y con la condición de que sea ubicada en su pueblo natal.
En este pequeño y curioso Museo Picasso de Buitrago de Lozoya, pueblo de la sierra norte de Madrid que aún conserva en su recinto amurallado restos de la muralla árabe del siglo XI, nos muestra algo más que la obra de un genial artista, en sus vitrinas se encierran más de 25 años de amistad entre dos españoles exiliados en Francia por ideas políticas.
Cuentan que Picasso se negaba a que nadie le cortara el pelo por temor a perder su fuerza como Sansón hasta que llegó Eugenio, su barbero y amigo.
Una madrileña.
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