La Cruz de Hierro (Cross of Iron, Sam Peckinpah, 1977)


Orson Welles dijo después de haber visto la cinta que era la mejor película antibélica que había visto nunca. Y hasta ese momento lo era, junto con Senderos de gloria de Stanley Kubrick, rodada en 1958. Película que Peckinpah tuvo que venir a rodar a Europa en un momento en el que su carrera estaba pasando un bache, y para la que tuvo carta blanca para hacerla a su gusto total, no como le ocurría en los Estados Unidos donde los productores siempre mutilaban sus películas, a pesar de éxitos como Grupo salvaje o La huida.

Película en sí misma original por cuanto que se nos muestra el horror de la guerra, sin ahorrarnos nada, a través de un pelotón de soldados alemanes y sus oficiales en el frente del este, en la inmensidad de la Rusia soviética. Soldados que no responden a ningún prototipo ario, soldados desarrapados, con uniformes prácticamente irreconocibles, con gorros con estrellas comunistas y defendiéndose con armas rusas. Una vez más, el director utiliza la cámara lenta para incidir más sobre el dolor, la muerte, la mutilación, la suciedad, incluso el bestialismo, para sacar a la luz todo lo que no se ve en la guerra que nos cuentan los telediarios.


Son soldados alemanes, pero pueden serlo de cualquier otro país. Personajes sin ideales que sólo luchan por mantenerse con vida, para lo cual deberán de enfrentarse no sólo a los rusos sino a sus propios camaradas, cuando los egoísmos personales se pongan por encima del valor de la vida humana, a unas alturas en las que la vida ya no vale nada, no importa un puñado de muertos más, no importa de que bando sean, de que bando provengan las balas y la metralla que humillen los cuerpos.

Esa es la diferencia entre el sargento Steiner (James Coburn) y el capitán Stransky (Maximilian Schell). El primero es jefe de pelotón y se siente responsable de la vida de sus hombres, porque para él no hay más lealtad que la que tiene hacia los hombres bajo su mando. El pelotón es la familia y todos dependen de todos. Son personas arrastradas a una situación límite que no han buscado, en la que les han colocado los políticos y los generales, hasta el límite de no luchar más que por volver a casa, casa que ignoramos si tienen. No sabemos nada de su pasado, en un presente que no augura siquiera un futuro soportable.

El capitán Stransky es un militar y aristócrata prusiano, al que suponemos que sigue una tradición familiar de esas que llegan hasta la noche de los tiempos, y que decide dejar la tranquilidad de Francia para ir al frente oriental con el único fin de conseguir la Cruz de Hierro, un pedazo de metal al que da un valor incalculable, ya que si no regresara a casa sin ella no se vería con fuerzas para volver a mirar a la cara a su familia. Con tal de conseguir ese objetivo no dudará en sacrificar todo lo demás, y cuando Steiner se convierta en un escollo intentará eliminarlo como sea.

Peckinpah consigue con el retrato que hace del pelotón de Steiner, que el espectador sufra con ellos, que desee fervientemente su salvación. Al director no le interesa en absoluto, y los que lo vemos tampoco, el contexto político, ni la época. Sólo está la guerra, y eso es más que suficiente. No son héroes ni cobardes, sólo personas a las que les ha tocada un bando y que lo único que quieren es sobrevivir en medio de una tristeza y una amargura que ni siquiera es posible ahogar en alcohol, ni se puede olvidar en los brazos de una mujer.

Alfredo

7 comentarios:

Anónimo dijo...

dios nos libre de la guerra y del sufrimiento, hagamos la guerra solo con palabras, solo con amabilidad, solo con cariño, solo con

amor

:-)

LS dijo...

En el campo de guerra todo pelean por el bando de 'conservar la vida'.

Se nota una película fuerte... pero buena, porque va más allá de por quien se está peleando sino al hecho mismo de estar ahí.

Salu2

Alfredo dijo...

Amor: Desgracidamente el impulso violento lo llevamos todos en nuestro interior, forma parte de nuestro yo más profundo, de las sombras que viajan con nosotros todos los días y la guerra es su manifestación más salvaje. Yo, ciertamente me apunto al eslogan haz el amor y no la guerra.

Paz, hermano!

Alfredo dijo...

Lorena: Es cierto que esta película va más allá y contiene una serie de reflexiones más que interesantes. Desde luego una película para ver, pensar, horrorizarse y acabarla con una sonrisa cínica o una risa macabra como la del protagonista.

Un abrazo!

Mel Avila Alarilla dijo...

Hi Monica,
I have not seen the movie- Cross of Iron. It looks good since it's a movie by Sam Pekinpah ( I hope I got the spelling right). I really appreciate your collection of old songs here. They are treasures beyond compare. They were the favorites of my deceased mother, especially Patti Page. Thanks for the beautiful posts. Gracias y buenos tardes. Smile. God bless you and have a nice and pleasant day. Greetings to the beautiful people of Uruguay from the Philippines.

Anónimo dijo...

holaa
gracias por pasar,te gusta las película de acción ,estuve viendo la semana pasada una donde realmente tiene mucha acción "La Conquista del honor" película de Clint Eastwood, las de acción te muestran que tan real puede ser una guerra y sus consecuencias desastrozas que pueda generar estas.saludosss

meg dijo...

Alfredo, magnífica reseña la que has hecho de una película notable de Peckimpak. La actuación de los dos actores es estupenda y la historia te acaba atrapando amargamente.